sábado, 27 de octubre de 2012

Nosotros los inmigrantes, nosotros los muertos.


La muerte es la “no presencia”, la imposibilidad de tocar al otro, de gozar del otro, de sentir su olor, su energía.

La inmigración, sobre todo la que se sostiene a lo largo de años sin la opción de hacer visitas regulares al país de origen, esto es, el regreso a la familia y a los amigos; no guarda diferencia con la muerte en tanto desaparición física.