domingo, 4 de marzo de 2012

La estúpida conducta de ciertos médicos.

El CAP de Sabadell Centre (como la mayoría de los centros de atención primaria que he conocido en Barcelona) tiene una atención excelente. Buenos médicos, excelente trato, eficiencia.

Pero... he venido a dar en urgencias con una médica que desentona totalmente con el ambiente del CAP al que estoy acostumbrado; a esta mujer la he llamado "la médica rubia del CAP"  y su figura me ha servido para retratar a todos los médicos que maltratan.




Recordemos que maltratar no es sólo golpear al otro o insultarlo. Maltratar es también abusar de un poder que, en el caso de la médica rubia del CAP (el caso de cierta clase de médicos), se trata de un "poder inventado", un poder que se arrogan los médicos por el solo hecho de tener esta profesión. Un poder "imaginario" (sí, así es, tan imaginario como el enfermo de Molière)

La médica de urgencias del CAP Sabadell Centre ,  tiene el pelo de un color amarillo homogéneo, a la altura de los hombros; ojos azules (no sé si naturales o de lentillas, el malestar que llevo me resta capacidad de observación) y mucho maquillaje de revoque en la cara.

En cuanto a facciones, es idéntica a Ángela Merkel con unos diez o veinte años menos (consultar la foto que linkeo al final del artículo, restarle unos años y tendrán la cara de la médica). Puede,  además que tenga con la Merkel algo más que coincidencias físicas: si la presidenta teutona es la “dama de hierro”, la médica catalana tiene un carácter tan intragable como el hierro mismo: no responde al saludo, levanta el tono de la voz, pretende ironizar,  juega de prepotente, es grosera.  

Debo decir que a mí el hierro me cae mal, me resulta indigesto; por eso, a las personas “de hierro” las quiero curar con hierro y cuando me tratan mal, deseo estacarles, precisamente, un hierro en el centro de la  cabeza, a ver si eso les suaviza un poco el humor (hablo en sentido figurado, claro, que por el momento, no tengo impulsos de romper cráneos reales)

Pero volviendo específicamente a la médica rubia del CAP; mientras soporto la cara de culo de esta mujer, me pregunto qué o quién puede haberle abducido de una manera tan drástica, la sonrisa, la amabilidad,  la educación y los buenos modales.

La médica rubia del CAP ¿Se sentirá molesta porque el incremento de los pacientes a última hora, la ha retrasado tanto que no le dará el tiempo para buscar a su hijito al colegio?  Aunque con ese humor ¿habrá querido varón alguno acercársele para hacerle un hijito? ¿Será su cara resultado simplemente de un mal día? Y en caso de que así fuera, yo ¿¿qué culpa tengo??

Pero sobre todo me pregunto si la médica rubia del CAP (¿qué hago? ¿digo su nombre o no?) es consciente de dónde está sentada trabajando: en un escritorio en el que ella y yo, estamos a la misma altura. Ambos somos universitarios. En mi caso, y aunque me parezca sumamente interesante la medicina, no la estudié porque no me va eso de meter la mano para revolver miembros descuartizados en una piscina de cadáveres; en el caso de la médica X ya sabemos por qué no estudió comunicación: el carisma para lo “social”, no es lo suyo, definitivamente.

Lo que quiero decir es que el médico (esta médica, todos los médicos) no debería subestimar jamás el conocimiento del otro; en su escritorio de consulta puede estar un Nobel,  un erudito, un científico, o un investigador (de cuyos trabajos, inclusive, puede abrevar el médico mismo para su labor); es decir, el hecho de que un paciente no sea médico, no significa que sea un paciente ignorante o imbécil.

Para muchos médicos, el paciente es un objeto de estudio, una res animada a la que hay que dar una pastilla, una “cosa” pasiva que debe tomarse lo que el médico le receta, sin refutar ni preguntar. Las pelotas.  Los pacientes tienen derecho a la información (máxime si se trata de su propio cuerpo, de su propia vida) a la explicación de su diagnóstico y de su tratamiento. Si a los médicos no les interesa este trato humano directo, que se limiten a hacer diagnósticos por imágenes o a discutir sobre diagnósticos dudosos con otros médicos o que se vayan a investigar. Pero que no interactúen con pacientes.

Y aunque el paciente no fuera universitario, aunque fuera el individuo más corto de entendimiento del mundo; el médico seguiría estando a la misma altura. La relación del médico con el paciente es una relación de interdependencia. El paciente necesita del médico para vivir mejor y el médico ¡oh casualidad! necesita al paciente para lo mismo. ¿Se olvidan los médicos (la médica rubia del CAP, ciertos médicos) de que gracias a que existen las “indisposiciones de la salud”- e individuos que las porten, claro está; ellos pueden existir también? Más respeto entonces para el paciente, señora médica, señor médico, que es el paciente quien le da de comer. 


Ya la estoy oyendo a la médica rubia (a ciertos médicos): “lo que importa es que se salve la vida, que se cure”. Las pelotas, otra vez, las pelotas. Importa todo. En un quirófano, sálvale la vida, médico. En una consulta, trátalo bien médico, que la relación médico- paciente es horizontal y, repito, interdependiente.
Y esto va para la rubia neurótica del CAP y para cualquier otro médico que maltrate, desde el más brillante hasta el más mediocre, me da igual, que hasta House, no pocas veces, nos parece un pobre tipo, un imbécil.

Por último, debo decir que los médicos deberían sacarse la idea (y los pacientes también) de que la medicina es garantía de inteligencia superior. Muchos médicos han terminado sus carreras con promedios bastante rasos y ejercen la medicina con total mediocridad.

La medicina no es sólo conocer un catálogo de enfermedades y sus respectivos medicamentos sino que también, implica otros ejercicios tales como: interrelacionar, recordar, deducir, pronosticar, prever, prevenir, etc, Y no todos los médicos son capaces de llevar estos ejercicios mentales a cabo. Desengañémonos, la estulticia tampoco es ajena a los médicos. Ni siquiera a la médica rubia del CAP, que además de rústica y malhumorada, ni siquiera acertó plenamente con mi diagnóstico en esa guardia de principios del  2012.



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